Desde la adolescencia me interesó la meditación y la filosofía oriental como forma de navegar la vida.
Inicie con la meditación frecuente y eso inevitablemente me llevó al Yoga a través de la profe Andrea Agüero en un momento difícil emocionalmente.
La práctica del Yoga se sintió sanadora y transformadora, no sólo espiritual si no físicamente.
Después de años de ser un atleta de crossfit le permitió a mi cuerpo recuperarse y abrirse.
Encontré mayor concentración corporal en mis entrenamientos intensos y más conciencia de mi respiración y mis pensamientos.
Me gusta la paz y la intensidad que se pueden mezclar en una clase de Yoga, y ese es el tipo de experiencia que me gusta transmitir.
La sensación de animarse a cosas nuevas, jugar con el cuerpo pero olvidándose de la perfección.